Silencios cómplices
Hay tantos silencios!
Dulces, amargos, cómplices, culpables,
Obligados, autocensurados y
porque no hay nada mejor que decir.
Existen silencios de Dios, de encuentro, de paz, pero también
hay silencios de ira, de cólera y de ganas de llorar.
A donde van todas las ideas,
las emociones, las reacciones y las
palabras que el silencio nos obliga a callar.
Existe un espacio vacío donde los podamos guardar,
donde no nos hagan daño, ni a nosotros ni a los demás.
No sé pero a veces hay silencios que alimentan
nuestra parte espiritual, y permiten al cerebro
callar y descansar,
pero otras veces hay silencios que es mejor liberar
porque están llenos de gases tóxicos que un día nos podrían matar.
Yo lo que hago en esos casos
cuando me quiero liberar es que
busco un lugar lindo
lleno de árboles y plantas,
donde se escuche al viento cantar
y dejo que mi boca grite con total libertad
para que esas palabras amargas no nos vayan a làstimar
y una vez vacíos y libres sigamos nuestro caminar.